El consenso fue resaltar historiográficamente los highlights mestizos de la arquitectura colonial, como el arte indocristiano del dieciseis3 o el barroco de fines del dieciocho, a manera de puentes colgantes entre la arquitectura de la nación mestiza independiente y de la nación indígena prehispánica. Perdimos casi completamente nuestra profunda y espléndida originalidad para recibir a golpes la mediocridad greco-romana del Renacimiento a través de España”(Pellicer, 1923: 22). Estos parámetros se han sustentado por lo menos durante medio siglo a partir de la convicción cultural e ideológica de que la «verdadera» arquitectura mexicana es la representación espacial de una identidad natural mestiza. A tal punto ha sido operativa la unión del indigenismo nacionalista del Estado con las historias de la arquitectura en México, que eso que sus páginas denominan la tradición, entiéndase en entrelíneas el mestizaje, es una esencia nacional natural que se pierde en la bruma de los tiempo porque, increíble como parezca, la mayoría de los relatos finiseculares desconocen, o prefieren desconocer, el concepto de invención de a partir del cual actualmente resulta casi imposible incursionar en problemas de nación, identidad o tradición en las ciencias sociales y en el arte. Lo que no asumieron entonces los críticos de la arquitectura y no se ha ventilado aún en los corredores historiográficos de esta disciplina, es que la hispanofobia inherente a este particular mito sobre el mestizaje se ha nutrido del indigenismo sufriendo el imaginario hispánico mexicano previo a los años treinta el mismo proceso de devaluación histórica que a partir del siglo diecinueve sufriera el indio. ), Modernidad y arquitectura en México, México, Gustavo Gili, 1998. La imaginación del mundo prehispánico en las cuatro Escuelas en Bellas Artes permitió primero, la invención de una Antigüedad nacional y segundo, una suerte de realismo científico que legitimizó estas imágenes como autoctonamente nacionales6. de la Viudad de F. Díaz de León, 1911. En cada país, la palabra tiene una historia diferente. Como los españoles respetaron la vida por ende de almas que anidaban en la subjetividad indígena, por serles necesarios los brazos nativos para el trabajo de sustentación y para la reconstrucción del territorio conquistado, lo que sobrevivió a la Colonia no fueron las manifestaciones externas de las culturas indígenas, sino los cuerpos y las mentes de las razas indígenas, o sea, el mundo interior de éstas. (Aguirre Beltrán, 1969: 65) En la obra teórica de A. T. Arai se hace manifiesto que el argumento mestizo indigenista con el que se inicia este texto se ha consolidado. (Méndez Vigatá, 1998: 67) De hecho, la mayoría de los relatos finiseculares rehuyen el debate sobre las huellas históricas que permitirían reconsiderar, con los argumentos que esta tradición historiográfica provee, el protagonismo de un mestizaje fenotípicamente hispano en el México moderno ; y esto, es lógico. Sin embargo, en el juicio de Bohigas «el falso caserío vasco, la casa de campo santanderina o la moderna barraca valenciana» representan una dualidad identitaria nacional(ista) entre las autonomías regionales y el Estado, que en México es imposible. ¿Es que es más frágil la identidad metanacional que la nacionalista? «La energía de resistencia» dice en Los grandes problemas nacionales se siente «palpitar» en los indios pero se manifiesta en el creciente desarrollo del mestizo». No estamos colocando la primera piedra del primer edificio de la Ciudad Universitaria estamos colocando una piedra más en la ferviente construcción de nuestro México. (Arredondo, 1998: 92) Ramón Vargas lleva más allá el asunto de la paradoja, pero lo hace con respecto al Estilo neocolonial de los veinte. En el centro de esta área se erguía el Yo autóctono como el pivote de máxima resistencia para ser transformado en fuerza exterior. Doctora en arquitectura e historiadora. Podría argumentarse que el imaginario de esta modernidad monopólica, una forma identitaria tan compacta como la nacionalista, con el fin de la Guerra Fría ha sido sometido internacionalmente a una deconstrucción historiográfica. (Mariscal, 2003 : 56-57). (Manrique, 1994: 199) En esta historia pulcra que cree escapar de los parámetros racistas que la coordinan y de las fidelidades ideológicas ultranacionalistas a las que obedece, el indigenismo resulta ser viable en esta nueva arquitectura porque es un estilo abstracto y su geometría purista (taludes, basamentos, ejes y planos) es similar al canon racionalista establecido en los CIAM, porque es un imaginario económico y socialmente deseable en los proyectos oficiales para los espacios de salud, vivienda y educación, porque representa en términos identitarios al espíritu mestizo y porque exalta la gloriosa Antigüedad mexicana. 10Es decir, entre el último tercio del siglo diecinueve y principios del veinte la pregunta fundamental era cómo incorporar al indio al imaginario de la nación. LAZO Carlos, Piedra sobre piedra. En los años veinte explica R. Vargas que incluso los arquitectos más refractarios al proceso revolucionario encontraban en la tradición colonial un acervo formal inexplorado y promisorio de nuevas creaciones, pero en el que pronto reconocieron la imposibilidad de responder a las necesidades de la vida cotidiana porque «el México del segundo cuarto del siglo XX ya no se identificaba con la forma de entender la habitación en tiempos de la Colonia». Todo lo contrario. DÍAZ DE LEÓN Jesús, Concepto de indianismo en México, Tip. Bajo mi punto de vista, el imaginario arquitectónico sobre esta Antigüedad se plasma no como un catálogo de formas geométricas o un estilo historicista, o al menos, esto no me resulta lo más significativo, sino como una proyección indigenista mucho más interesante: la incorporación del indio contemporáneo al discurso arquitectónico a partir de la manifestación moderna de su destreza técnica. Una respuesta sencilla : el diseño arquitectónico del pabellón para la Exposición de Río de Janeiro en 1922 fue el último en todo lo que restaría del siglo veinte, en el que se representaría en las exposiciones internacionales un mestizaje hispánico. BOHIGAS Oriol, Modernidad en la arquitectura de la España republicana, Barcelona, Tusquets, 1998. TELLEZ PIZARRO, «Las ruinas de Mitla cración de una nueva Arquitectura nacional», en El Arte y la Ciencia, Vol. A pesar de que la educación histórica de este gremio se centraba en la Historia de las Bellas Artes y la historia patria se impartía en la Escuela Nacional Preparatoria8, esto al menos hasta 1910, las historias que llegaban a sus manos en las aulas académicas no eran sólo las obras universalistas de Fontroy, de Manjarrez o de Bayés autorizadas por la Junta Directiva de Instrucción Pública. 2Este mundo de relatos, por el contrario, atesora un sello de garantía de mexicanidad basado en el protagonismo del imaginario indígena en la forma mestiza ; una preferencia y construcción historiográfica que proviene de los relatos arquitectónicos de los años cincuenta. ), La arquitectura mexicana del siglo XX, México, CONACULTA, 1994. Lo que nos trajeron los Destructores encabezados por el bestial Hernán Cortés distaba mucho de la superioridad a lo que había aquí. CHÁVEZ Ezequiel, «La sensibilidad del mexicano», en Roger Bartra, Anatomía del mexicano, Random House, 2007, p. 25-45. La respuesta es una y notablemente compleja : la identidad extraviada no es la forma mestiza sino el espíritu de esta forma, esa ánima motora a partir de la cual se identifica lo verdaderamente mexicano. Entre medio y estorbando, la Colonia ; una etapa en la que no se logra la unificación racial ni cultural de la patria y en la que, se dice, la arquitectura es ajena hasta mediados del dieciocho a una «conciencia nacional». Tendrían que surgir los argumentos para explicar no la acción misma de la destrucción, sino la voluntad historiográfica de no conservar; asumir la incapacidad para generar una memoria incluyente de imaginarios ajenos al relato oficial, pero que siempre figuran en las defunciones patrimoniales. 9Mi hipótesis es que el imaginario arquitectónico de la Antigüedad se construyó, como el de la pintura de historia, a partir del juego a tres bandas entre el Museo Nacional, el Instituto Médico Nacional y la Escuela Nacional de Bellas Artes, y este juego se prolonga hasta mediados de los años treinta. Esa «dama de compañía de la verdadera arquitectura», como le llamaría D. Rivera al muralismo, permitió consolidar en los años treinta el mito del mestizaje indigenista como argumento del Estado. ARAI Alberto T., Caminos para una arquitectura mexicana, México, UNAM, 1952. 1, n° 5, abril 1922. El caso de la Ciudad Universitaria», en Edward Burian (ed. A partir del Plan de Estudios de 1910, la historia patria se incorporó a los últimos semestres impartidos en la Escuela Nacional de Bellas Artes. ____________, «La arquitectura como poder y el Estado como imagen: imaginarios modernos arquitectónicos en el totalitarismo mexicano, 1950-1970», en Jean Claude Seguin y Phillipe Merlot, Image et Pouvoir, Lyon, Université Lumiere, 2005, p. 305-317. Ezequiel Chavez en su Ensayo sobre los rasgos distintivos de la sensibilidad como factor del carácter del mexicano (1901) escribe que «conviene notar que en tanto que en otros lugares los pueblos constitutivos han sido machacados por el mortero de los siglos, hasta llegar a formar un solo cuerpo con cierta homogeneidad común, esto no ha pasado aún en el nuestro». La Patria no se hace copiando sino creando y aquilatando las verdaderas tradiciones del arte mexicano, que ha sido siempre un gran arte. Esto y toda una serie de complejísimas invenciones y destrucciones al interior de la historia de la arquitectura en las que este brevísimo texto sólo se referirá a una. (Anda, 1990: 55-56) Para el primero, las formas identitarias culturales predominantes no son el indigenismo ni el mestizaje con las características señaladas, sino múltiples formas hispánicas que representan una identidad nacional concebida como parte de la raza española. 5 Ensayo de una historia anecdótica de México (Roa Barcena), Historia general de América (Pi y Margall) y también dos crónicas del diceciseis La verdadera historia de la conquista de la Nueva España (Bernal Díaz del Castillo) y Crónica Mexicayotl (Alvarado Tezozomoc). 3Carlos Pellicer, en los años veinte, tenía un nombre para esta imagen ; la llamó «la mexicanización de México»2. Siglos XIX y XX, México, Porrúa-Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2007, p. 488-520. La Escuela Nacional de Bellas Artes había dejado de ser, oficialmente, la Academia de Bellas Artes de San Carlos en 1867 cuando la Ley Orgánica de Instrucción Pública le inscribió dentro del sistema de escuelas nacionales subordinadas a los fines y proyectos del Estado. Estamos construyendo una universidad en el mas amplio sentido, integrando el pensamiento, la esperanza y el trabajo de todos a través de la cultura. Este discurso identitario al interior de las historias finiseculares, y me atravería a decir que es un caso particularmente latinoamericano, choca visiblemente con la facilidad contemporánea con la que se acepta en la región la invención del origen del Movimiento Moderno internacional. Si tal cosa se representa, se denomina no como una forma mestiza sino como una representación nacional con vocación cultural hispánica o europeista. 6 Esta idea se apoya en la información original sobre los certámenes académicos anuales y bienales entre los años de 1876 y 1896 y es demostrable fundamentalmente a partir de las pinturas de figura y paisaje que se conservan en las colecciones de pintura de historia y paisaje nacionalista mexicanos. ), Imágenes e imaginarios sobre España en México. Recibido, junio 30/2010 Concepto evaluación, abril 19/2011 Aceptado, mayo 22/2011 . La búsqueda es el rescate de la esencia perdida que se encuentra encapsulada dentro del mestizaje como si se tratase de la más pequeña de las figuras dentro de una secuencia de matrioskas francesas, estadounidenses y españolas. El para qué, era más claro ; se tenía el argumento político ideológico prototípico del nacionalismo, la urgente necesidad de integrar a todos los connacionales en un escenario homogéneo, y se tenía el argumento económico que ya se había expresado desde las políticas de migración-mestizaje juaristas como una opción para crear pequeños propietarios de bienes raíces. 8 Entre 1867 y 1910, los tres o cuatro primeros años de las carreras artísticas se cursaban en la Escuela Nacional Preparatoria. 2 La cita completa es : “Mexico ha empezado su mexicanización. Veámoslo a partir de la herencia materna, que tenía lo suyo, ya que en el último tercio del siglo diecinueve la Escuela Nacional de Bellas Artes tenía muy claro que la representación del glorioso pasado indio no era la misma que la imagen del indio ladino, flojo y alcohólico que se supone transitaba por las calles como un monumento al antiprogreso. Pero esto no es del todo cierto, hace cuarenta años Vittorio Gregotti, por mencionar un grande de la critica italiana de los sesenta, ponía sobre la mesa del debate historiográfico el que la interpretación historicista de los fenómenos, prescindiendo de sus méritos, había terminado por presentar toda la historia como autojustificación «una inmensa tautología que puede transformarse en una forma de parálisis». ), Modernidad y arquitectura en México, México, Gustavo Gili, 1998, p. 91-107. Esta ha sido la suerte, por ejemplo, de la arquitectura del Estilo neocolonial ; (Lozoya, 2007: 227-241) un imaginario al que en cincuenta años se le han dedicado menos de una decena de textos relevantes, la incorrecta denominación de ornamentación y de estilo en el sentido pevsneriano y el carácter de conservadora, ecléctica, hispanista, vasconcelista, «un movimiento cuya idea fundamental era recuperar los valores criollos a través de ‘nuestra sangre e idioma’». CHANFON Carlos (coord. FRAMPTON Kenneth, Historia crítica de la arquitectura moderna, Barcelona, Gustavo Gili, 10ª edición, 2000. ARREDONDO Celia E., «La modernidad en la arquitectura de México. ACEVEDO Jesús, «La arquitectura colonial en México», en Disertaciones de un arquitecto, México, Biblioteca de Autores Mexicanos, Ediciones México Moderno, 1920. (Telles Pizarro, 1902: 50) Quedaba flotando en el ambiente de aquellas aulas la consigna general de que el progreso no se tapaba con fachadas indias, mientras que hasta 1896, los salones académicos habían expuesto año tras año una pintura de historia fundamentada en episodios prehispánicos sacados de los grandilocuentes relatos de José María Roa Barcena y Francisco Pi y Margall5 ¿Es esto una contradicción? A. T. Arai desarrolló en aquella época una visión sobre el futuro de la nueva arquitectura mexicana a partir de la invención de una teoría de la resistencia del Yo autóctono mexicano. RAMOS Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, México,Colección Austral 1080, Espasa Calpe Mexicana, (1951)1998. 3 Esta denominación la utiliza a fines de los setenta para referirse a “las huellas de la mano del indio en el arte del siglo XVI” (Reyes Valerio, 1978). Esta característica es absolutamente general y la poseen en mayor o menor grado de virtuosismo todos los que aquí trabajan con sus manos. ¿por qué se ha extraviado? Ocurrió un proceso de sustituciones graduales, que se realizaron con más facilidad y prontitud de afuera hacia adentro, respecto a la serie de círculos concéntricos que constituían la vida cultural que rodeaba al indígena. RUTSCH Mechthild, «Ramón Mena y Manuel Gamio…», en Relaciones 88, otoño 2001, Vol. El objetivo del siguiente estudio fue examinar las relaciones entre identidad étnica y autoestima en indígenas y mestizos de Chiapas. LOZOYA Johanna, « La invención de una arquitectura censurable : la imagen del Estilo necolonial en las historias mexicanas de la arquitectura a fines del siglo XX», en Imágenes perdidas : censura, olvido, Buenos Aires, Centro Argentino de Investigadores de Arte, 2007, p. 227-241. (Arai, 1952: 28-29), 5En Caminos, hay ecos de la teoría de Andrés Enríquez Molina (1909) que se fundamenta en que las razas humanas, a lo largo de su formación, mejoran paulatinamente en la eficacia de su acción y de su resistencia de tal modo que aquellas que alcanzan un grado más adelantado de su desenvolvimiento adquieren una superioridad evidente. Si el historiador Manuel G. Revilla, autor de El arte en México en la época antigua y durante el gobierno virreinal (1893), impartió durante siete años consecutivos el curso de historia, es de suponer que en la copia de monumentos antiguos se incorporase, como ocurrió con la arquitectura colonial, los imaginarios indígenas. lozoyameckes@yahoo.com.mx, Creative Commons - Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional - CC BY-NC-ND 4.0, https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/, Referir-se a la nota en el catálogo OpenEdition, Política de Privacidad – Política cookies, Suscribimos a OpenEdition – Editado con Lodel – Acceso reservado, You will be redirected to OpenEdition Search, Amérique Latine Histoire et Mémoire. This text points out that the myth of the mestizo identity in architecture can´t support itself nowadays, when multiple identitary forms expressing throughout the nation shows that though it was imagined homogeneous in the XXth century, Mexico is considerably multicultural. Mestizaje e identidad parecen estar vinculados en todos los sentidos. 11Ahora bien, en la Escuela de Arquitectura había un lugar para la invención de este indio renovado. 7El mito del mestizaje en los relatos arquitectónicos desde los años cincuenta hasta la fecha, se sustenta en la invención de un relato lineal, coherente, progresista y progresivo. PELLICER Carlos, «El pintor Diego Rivera», en Azulejos, agosto 1923. A partir de esta compleja forma identitaria que se imagina como una fusión biológica cultural de los atributos atemporales de dos razas antagónicas en todo sentido, se ha creado un sustrato mental esencialista que desconoce la naturaleza histórica moderna de esta forma en la invención de nación en el siglo XX. La historiografía mexicana ha evitado ostensiblemente reparar en que este esencialismo insostenible por donde se le vea, ha tenido consecuencias culturales y políticas graves para la arquitectura escrita y edificada nacional a lo largo de la segunda mitad del siglo veinte . En los países hispanohablantes, "mestizo . De acuerdo con los resultados de la investigación, en este rango de edad no sólo tiene lugar una . Creo que el asunto es que los costes del derrumbamiento son distintos. Es decir, que por más que en 1883 se hubiese erigido un monumento a Cuauhtémoc en la avenida más moderna de la ciudad capital y los trabajos de Leopoldo Bartres en Mitla en 1902 sacaran suspiros a arqueólogos y arquitectos, Tellez Pizarro, proyectista del pimer edificio para el Museo Nacional, desde el púlpito académico en su curso de teoría caracterizó a un pabellón moderno de corte indigenista como «un individuo mejicano correctamente vestido con casaca, corbata blanca y guantes, pero embozado en un zarape de Saltillo». Si esto es así ¿hay alguna imagen mestiza en el último tercio del siglo diecinueve y principios del veinte en la Escuela de Arquitectura? No pocas voces latinoamericanas de la arquitectura actual defienden el regionalismo, el localismo, la cultura vernácula o los patrimonios tangibles e intangibles a partir de argumentos históricos ultranacionalistas que hacen manifiesta la «inmensa tautología» que hay detrás de la intolerancia de estos discursos profundamente racistas. Investigadora Titular en el Centro de Investigaciones y Estudios de Posgrado de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. El resucitar esta idea ilustrada que no sólo se había llevado a la práctica en el siglo dieciocho sino que había sido el argumento principal para fundar la Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos, permitió en términos de imaginarios históricos que se remozase la proverbial natural destreza de las manos indígenas. VARGAS SALGUERO Ramón, «El imperio de la razón», en Fernando González Cortázar (coord. Lo que nos anticipa que en buena medida el surgimiento de la mestizofilia y la segregación de indios a partir de esto, va unido a la integración del campo al territorio nacional. DE ANDA Enrique X., La arquitectura de la Revolución mexicana, México, UNAM, 1990. El choque de ambas no ocasionó la desaparición total de una y el entronizamiento completo de otra. AGUIRRE BELTRÁN Gonzalo, «Oposición de raza y cultura en el pensamiento antropológico mexicano», en Revista Mexicana de Sociología, Vol. Es decir, representa al nouveau esprit nouveau del Estado mexicano y con esto en mente Carlos Lazo, director y administrador del proyecto arquitectónico de Ciudad Universitaria , esa macroparadoja urbana que no preocupa a Arredondo, lanzó a mediados de siglo a los vientos ancestrales del Valle del Anáhuac, las palabras inaugurales: México crucero geográfico de caminos, ha sido históricamente posible gracias a la colaboración de diversas fuerzas y culturas…México se ha edificado piedra sobre piedra…Ésta es una de ellas, por eso es un momento de México. XXII, p. 81-118. This articles deals with nationalist identitary issues in contemporary Mexican historiographies of architecture, such as the mestizo nature of the so called mexicanidad. Este periodo de extraordinario desarrollo nacional en proyectos urbano-arquitectónicos del Estado se fortaleció de los relatos de una generación de historiadores y teóricos de la arquitectura mexicana que a través de las múltiples revistas de arquitectura que se publicaron en el periodo como nunca antes, se erigieron como críticos de la nuevas formas abstractas mexicanas. Escultura del siglo XVI en México, México, INAH, 1978. Los historiadores de la arquitectura, sin embargo, tenían un problema con el origen de la forma mestiza. (Lozoya, 2005: 305-317) Este imaginario, explica Celia Arredondo (1998) en su reflexión sobre la Ciudad Universitaria inaugurada en 1950, representa al nuevo hombre, al nuevo ambiente que a través de la estética moderna podría conciliar las diferencias abismales y las contradicciones del país ; «el hombre sueño de México debía representar la paradoja de ser, simultáneamente, moderno y mexicano, internacional y nacional». 1989, p. 267-284. Johanna Lozoya, «El discurso sobre la identidad mestiza en la historiografía finisecular mexicana de la arquitectura», Amérique Latine Histoire et Mémoire. Esta habilidad, que era sólo una habilidad a inicios del siglo veinte, se transformará en el imaginario arquitectónico de la década de los treinta en la imagen del espíritu indígena al interior de la forma mestiza, un argumento de corte positivista spenceriano en el que no es el desenvolvimiento lo que diferencia a las razas sino sus capacidades. Esta en síntesis se imagina y se define históricamente como la representación de una existosa integración nacional bio-cultural ocurrida en los siglos coloniales entre los valores simbólicos, religiosos, morales, estéticos, sociales y políticos de la raza española, y el espíritu y sensibilidad indígenas manifestados a través de la habilidad técnica. Les Cahiers ALHIM, El discurso sobre la identidad mestiza en la historiografía finisecular mexicana de la arquitectura, Mexico ha empezado su mexicanización. La Patria no se hace copiando sino creando y aquilatando las verdaderas tradiciones del arte mexicano, que ha sido siempre un gran arte. El olimpo prehispánico con sus tlatoanis heroicos y sus jardines edénicos, son la invención del Museo Nacional, del Instituto Médico Nacional, de la Escuela Nacional Preparatoria y de toda una serie de instituciones del Estado que apuntalaron en el último tercio del siglo diecinueve la proyección de nación a partir de la antropología médica positivista. A partir de estas imágenes podemos comprobar que Salomé Piña, Gil Servin y José María Velasco establecieron la saga azteca como una temática de composición, y que en el reconocimiento físico de lo indio se desarrolló a partir de las lecciones de figura impartidas en cadáver en la Escuela de Medicina desde 1867 y al natural utilizando modelos reales, como también lo haría paisaje, las colecciones en las secciones de Antropología y Etnografía del Museo Nacional. 8Sí, pero no como la única forma espacial representativa del carácter nacional. Lo mismo procuran y persiguen las manos morenas que pintan jarros y cazuelas, como las blancas manos virginales que en provincia deshilan los linos para el culto parroquial. Resumen El artículo es una reflexión sobre los parámetros identitarios nacionalistas que la historiografía mexicana de la arquitectura preserva a fines del siglo XX. Si la imposición oficial de una homogeneización racial en la imagen mestiza como forma ciudadana representativa, se construye en los relatos arquitectónicos entre la tercera y quinta décadas del siglo, el problema de la representación del carácter nacional había preocupado al gremio desde mediados del siglo diecinueve. Ahora bien, ¿qué identidad es la que se ha extraviado? Investigadora Titular en el Centro de Investigaciones y Estudios de Posgrado de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. 31, n° 1, jan.-mars, 1969, p. 51-71. Esta forma primigenia sólo se visualiza a partir de la expresión de un fenotipo espacial indio ; la idea de un mestizaje arquitectónico blanco, valga esta expresión, es inconcebible. La historia es que en este Yo, anida la subjetividad indígena que resiste rodeada de una serie de círculos concéntricos de colonizaje: (…) la Nueva España, o el mal llamado México Colonial, prontó llegó a adquirir una fisonomía propia e inconfundible, un sello indeleble que aún perdura en muchos aspectos en nuestros días, debido al mestizaje cultural del espíritu subjetivo del indio con el objeto de factura español: mestizaje que se efectuó paralelamente a la mezcla racial de ambos pueblos, lo indio y lo hispánico. (Vargas Salguero, 1994: 94) Si existe tal incompatibilidad entre las formas identitarias nacionales y la modernidad, idea en la que no entraré por la brevedad del texto pero que quede expreso que es un sinsentido filosófico recurrente en esta historiografía, ¿por qué es viable a partir de imaginarios indigenistas y no lo es con los hispanistas? En estos mismos terrenos, cuando las inmigraciones nahoas y olmecas se encontraron en el valle de México, en la pirámide de Cuicuilco, la más antigua cultura indígena del continente surgió de la contemplación de este paisaje y de este cielo. Pensamiento y destino de la Ciudad Universitaria (1952), México, Editorial Porrúa, 1983. Otros grupos connacionales, como la población africana , asiática, europea o estadounidense asentada en el país desde el siglo diecinueve unos y desde el dieciocho otros, no se incluyen en este imaginario mestizo. 6Es decir, la Revolución, que sin lugar a dudas cambió el espectro de cuestionamientos culturales en el pais, no lo hizo todo. Por ejemplo, el reduccionismo cultural a partir del cual se imagina la tradición como una forma perenne de fundamentos raciales siendo que ésta es una invención que sólo es operativa a partir de los años treinta en la arquitectura; o que la intolerancia ideológica e historiográfica extremas con las que se definen la otredad y las categorías de diferencia han permitido la oscilación cíclica de formas de lo nuestro (lo español, lo indio, lo europeo, lo americano) como el enemigo, lo antimexicano y lo antimoderno, permitiendo la destrucción de estas formas en aras del predominio de una estructura histórica de línea marxista. El indio, declara diez años después el vocero de la Sociedad Indianista Mexicana en el Concurso Científico y Artístico del Centenario, el doctor Jesús Díaz de León, «no nos pertenece porque no nos entiende, y forma parte de una patria que ha conquistado con su sudor y su sangre pero no sabe lo que es». El mestizaje digamoslo así, era una opcion para los indios, una forma de civilizar a la barbarie; su fin no era la constitución del ser ciudadano representativo de la nación, sino el mejoramiento racial y cultural de un tipo de ciudadano en concreto. La Patria no se hace copiando sino cr, Mexico ha empezado su mexicanización. Seguramente se le ocurrió a él, o quizás al pintor Adolfo Best Maugard, cuando posaron sus ojos críticos en la pintura de historia que su amigo Diego Rivera desarrollaba en las decoraciones murales del Palacio de Educación Pública. Insiste en esto Jorge Alberto Manrique (1994) quien puntualiza que las sencillas formas precolombinas tienen más posibilidad, que las complejas novohispanas, de ser utilizadas en la arquitectura moderna, aunque, también aclara que «debe hacerse notar que se imitan las formas antiguas visualmente, pero no la función que aquellas tuvieron». El esencialismo nacionalista tuvo sentido en los grandes relatos del siglo diecinueve y puede tenerlo en las ficciones literarias como El laberinto de la soledad, pero no debe ser el fundamento actual identitario de esta disciplina que además de artística, se asume social y científica. (Acevedo, 1920: 137-138). Sus líneas de investigación son Historiografía cultural de la arquitectura moderna e Identidad e imaginarios culturales arquitectónicos iberoamericanos modernos y contemporáneos. Si a inicios del siglo XXI un número considerable de historias mexicanas de arquitectura nacional consideran que las identidades no son negociables, tendrán que negociarse entonces las ideologías. (Lazo, 1983: 5). 13No es la recuperación de una memoria o de una serie de memorias lo que obliga a una revisión íntima, descarnada, de la genética del mestizaje en las historias de esta disciplina. La construction sociale de l'espace : pratiques et représentations urbaines au Chili au XXe siècle, Territoires féministes en Amérique latine : voix périphériques II, Territoires féministes en Amérique latine : voix périphériques, Réseaux de savoirs scientifiques et médicaux en mouvement entre le Cône sud et l'Europe (XVIIIe - XXe siècles), Les crimes des dictatures en Amérique latine : poursuites judiciaires et mémoires sociales, Transferts internationaux et locaux, de pratiques et représentations en Amérique latine, Los pueblos indígenas de “Nuestra América” en el siglo XX, Cultures musicales en Amérique latine : circulations, (ré)appropriations, héritages, La Nation en fête en Amérique latine (XIX-XXIe siècles), Partis, mouvements et organisations patronales: les droites dans le Cône Sud latino-américain (1950-2016), Femmes latino-américaines en contextes de migrations : partir, rester, revenir, La représentation des violences de l’Histoire dans les arts visuels latino-américains (1968-2014), La transformation de l’espace urbain en Amérique Latine (1870-1930) : discours et pratiques de pouvoir, Construction de l'État-Nation et développement économique et social au Chili (1811-1976), Les migrations indigènes latino-américaines dans le contexte de la globalisation, Réalités et défis du syndicalisme en Amérique latine, De l’âtre à l’autel : Nourritures rituelles amérindiennes (Mexique, Guatemala), Espaces de la citoyenneté en Amérique latine, Migrant.e.s latino-américain.e.s dans les années 2000 : crises, défis, enjeux, Migrations et violence(s) en Amérique latine, Regards sur deux siècles d'indépendance : significations du Bicentenaire en Amérique latine, Les limites de l'interculturalité en Amérique latine aujourd'hui, Flux migratoires du XIXe et XXe siècles en Amérique latine, La question libérale en Argentine au XIXe siècle, Identités : positionnements des groupes indiens en Amérique latine, Migrations Etats-Unis Mexique terre d'accueil, Migrations dans les Andes, Chili et Pérou, Migrations en Amérique Latine: la vision de l'autre, A digital resources portal for the humanities and social sciences, Enviar el documento por correo electrónico, Catalogue of 605 journals. MÉNDEZ VIGATÁ Antonio E., «Política y lenguaje arquitectónico. Más aún, la constitución de la nueva imagen del indio fue indirectamente proporcional a la pérdida del poder simbólico y legitimidad de la previa imagen hispánica, siendo ambos imaginarios sujetos a transformaciones de índole racista. Resumen. GREGOTTI Gregotti, El territorio de la arquitectura, Barcelona, Gustavo Gili, 1972. Sus líneas de investigación son Historiografía cultural de la arquitectura moderna e Identidad e imaginarios culturales arquitectónicos iberoamericanos modernos y contemporáneos. Entre medio, las políticas socioeconómicas raciales del liberalismo juarista y su proyección cultural en las instituciones científicas, la rectoría de la antropología médica positivista en la educación oficial y de la Escuela de Bellas Artes, la proyección hispanista de la antigua Sociedad de Arquitectos e Ingenieros, la hispanofilia nacionalista del recien formado Ateneo Mexicano con demasiados literatos y un par de arquitectos poetas, y si esto no fuese poco, todo esto al ritmo de una lucha feroz entre dos proyectos modernos posrevolucionarios de nación en los años veinte que no se habían medido las fuerzas desde la monarquía imperial. Por ejemplo, la hacienda zacatecana o la villa yucateca de principios del siglo veinte se imaginan como arquitectura neocolonial zacatecana o arquitectura neomaya yucateca. II, T. III, México, UNAM, 2005. Esta forma, sin embargo, no se imagina homogénea sino como dos formas raciales y culturales completamente distintas entre sí, inclusive antagónicas, que cohabitan sin ser pares culturales. 51, n° 2, Visiones de México, apr.-jun. Se termina el siglo sin reconocer que el origen de aquello que esta historia entiende por mestizaje y su representación en el espacio responde a las preguntas nacionalistas de los años treinta y no de antes. El concepto de mestizo es un concepto social que se aplica a determinadas personas, aquellas que han nacido como fruto de la unión de dos personas de diferentes etnias. Identidad étnica importa más a niños negros y mestizos que a los blancos. Lo nacional, aclara «se había decantado a lo largo de los siglos y se mostraba refractario a lo actual», mientras que lo moderno, parecía carecer de origen, de raigambre, de nacionalidad. (Gregotti, 1972) En México, a la fecha, no se ha expresado una crítica equivalente para el corpus de la historiografía nacional en esta disciplina. GUTIÉRREZ Alfonso, «La casa», en Arquitectura, Vol. La generación del cincuenta se ocupó de cambiar la reputación de la dama casándola con la arquitectura del Estado con toda la fidelidad requerida a un régimen de poder totalitario. El matrimonio fue tan feliz que la historiografía nacionalista que le sostuvo, a la fecha, no ha sufrido crisis alguna. En esta crítica, en cuanto a nacionalismo se refiere, se encuentran huellas ideológicamente heterogéneas entre sí que van desde la filosofía pscicocultural de Samuel Ramos1 al pensamiento histórico marxista de Rafael Ramos Pedrueza y Gilberto Layo, el antipositivismo de Antonio Caso o la línea antropológica de Manuel Gamio, de cuyo indigenismo en la década de los veinte, opina acertadamente David Brading, fue, más que un fin, el medio a partir del cual se incorporó a los indígenas a la sociedad nacional; aunque para ello, insiste el historiador, en lugar de reforzar, se requiriera destruir la cultura tradicional de las comunidades indígenas ofreciendo como paliativo las glorias del pasado. Este podría reposicionarse en el engranaje del progreso nacional y denominarse connacional sólo en la medida en que se sometiera a un proceso modernizador, civilizatorio, y esto sólo se imagina a través del mestizaje. Considero que este imaginario indigenista también afecta al arquitectónico pero esto lo sostengo a partir de otras fuentes icónográficas (sobre todo arquitectura temporal y funeraria) ya que los trabajos de arquitectura que se presentaron para estos certámenes aparentemente se han perdido y la documentación escrita no hace explicito el imaginario solicitado. Así se produjo una etapa de la historia en la que acabaron por convivir armónicamente los rasgos anímicos supervivientes de los indios, junto con las cosas exteriores, materializadas de la cultura española, es decir, junto a las obras importadas de ultramar e impuestas a la fuerza. URL: http://journals.openedition.org/alhim/2994; DOI: https://doi.org/10.4000/alhim.2994, Universidad Nacional Autónoma de MéxicoDoctora en arquitectura e historiadora. No lo es únicamente, en todo caso. BRADING David, «Manuel Gamio y el indigenismo oficial en México», en Revista Mexicana de Sociología, Vol. Perdimos casi completamente nuestra profunda y espléndida originalidad para recibir a golpes la mediocridad greco-romana del Renacimiento a través de España”, las huellas de la mano del indio en el arte del siglo XVI”, «El discurso sobre la identidad mestiza en la historiografía finisecular mexicana de la arquitectura». This cultural and ideological modern conviction of a true Mexican architecture based on biocultural fusion of different and antagonic atemporal attributes of two races, has developed through an essentialist, and not historical, mental approach towards the constitution of nation in the XXth century. (Lozoya, 2007: 488-520). Actualmente es responsable del proyecto de investigación Identidad e imaginarios culturales en la arquitectura iberoamericana del siglo XX con las investigaciones en curso «Imaginarios hispánicos en la historiografía arquitectónica mexicana» y «Repensando frontera a partir de las arquitecturas iberoamericanas de la migración». Este telón de fondo no puede prescindir de un racismo positivo u optimista en el que se han dados tanto el desprecio racial a los indígenas como a las minorías extranjeras. Este no fructificó como representación moderna nacionalista, nos dice, porque, «lo nacional y lo moderno eran aspectos recíprocamente excluyentes». La Escuela de Arquitectura, como la de Pintura, Escultura y Grabado, se empeñó en imaginar un mundo prehispánico a la altura de sus compromisos ideológicos con el Museo Nacional y con la Escuela Preparatoria. Es así que al escribir este párrafo he tenido más en mente el imaginario pictórico que el arquitectónico. A fines del siglo veinte La Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Mexicanos, obra de cinco volúmenes, se estructura a partir de este mismo esquema, al punto que, el tomo tercero del volúmen dedicado al periodo virreinal en el siglo dieciocho se tituló, «El surgimiento de una identidad»4. El indio, por más glorias prehispánicas que se le hubiesen inventado, no era visualizado como la forma identitaria representativa de las aspiraciones ideológicas y económicas del nacionalismo liberal de principios del siglo veinte. Es decir, lo valenciano y español pueden pulsar al unísono. Los regímenes posrevolucionarios en México y su influencia en la arquitectura pública, 1920-1952», en Edward Burian (ed. (Brading, 1989: 269) A esta generación se debe la creación de una imaginario nacionalista singular, algo así como un funcionalismo con espíritu indigenista que en los años ochenta Kenneth Frampton prefirió llamar con la no menos bizarra denominación de regionalismo crítico. 4 No se publicaron los dos volúmenes pensados para el mundo prehispánico, con el que se formaría una colección de siete documentos, pero la inclusión de estos en el relato nacional es indicativo de que no se ha trascendido el esquema del gran relato nacional de mediados del siglo veinte(Chanfón, 2005). El argumento de la capacidad técnica indígena elimina la visión determinista o selección biológica pero tendrá dos expresiones paradigmáticas : una, en la teoría de la raza cósmica que Vasconcelos desarrolla en la década de los veinte y que no elimina el factor de superioridad o inferioridad de una raza sobre otra, y otra, por ejemplo, en el argumento educativo de Nicolás Mariscal, director de la revista el Arte y la Ciencia, profesor de Teoría de la arquitectura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y miembro de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos que expresó en Concurso Científico y Artístico del Centenario : Las causas políticas, económicas y morales, de la misma manera y por idéntica lógica son [en relación a la geográfica y etnológica] el resultado de una indolencia que sueña constantemente dentro de una misma e invariable geografía, dentro de una misma e invariable etnología ; por consiguiente, si hay lógica, el hecho de establecer causas geográficas y étnicas de impotencia para el progreso, aniquila, reduce a cero toda energía capaza de hacernos más sabios, más artistas y más políticos en el sentido de avanzar en la educación y mejora del espíritu patrio [...] Salta a los ojos la contradicción de esa pseudociencia inhumana, cruel, que sin fenómenos comprobados, ni leyes establecidas, condena a millones de hombres al eterno tormento, a la eterna desesperación, por una impotencia irrevocable como el destino, partiendo de arcanos geográficos, de la prehistoria de las razas [...] que según un cierto programa constitucional conocido podríamos denominar : ¡indiología, mestizología, mulatología y negrología; indiografía, mestizografía, mulatografía y negrografía! Hacerlo sería un soportamiento consciente del papel político que este corpus inalteradoha podido tener en la devaluación de otros relatos históricos mexicanos, de otras modernidades espaciales nacionales y de otras identidades patrimoniales. 4Pero esta historia pulcra que hace caso omiso de la invención del mestizaje, se imagina usando con exceso la idea historiográfica de los años cincuenta de que hay periodos de una búsqueda de identidad. MANRIQUE Jorge Alberto, «El futuro radiante : la Ciudad Universitaria», en Fernando González Cortázar (coord. Lo increíble es que no. Nuevos enfoques, nuevos resultados», en Nuevo Mundos Mundo Nuevos, n° 7, 2007. Mechthild Rutsch sostiene una idea semejante sobre la historia de la antropología en México, considerando que hay una continuidad institucional y generacional ligada con el Museo Nacional desde finales del porfiriato hasta mediados de la década señalada.7 En esta dinámica interinstitucional la educación histórica patria de los arquitectos me parece fundamental. IV, n° 4, julio 1902, p. 50-54. ), Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Mexicanos, Vol. MARISCAL Nicolás, «El Arte en México», en Arquitectura, Arte y Ciencia, CONACULTA, n° 8, 2003, p. 51-63. El obrero mexicano tiene una característica fundamental que yo llamaría facultad asiática y que consiste en una exquisita habilidad para trabajar con finura y primor, y en casi todos sus poros, una reducida porción de materia. Cuando Oriol Bohigas en Modernidad en la arquitectura de la España republicana (1998) denominó a los eclecticismos históricos de raíz nacionalista de la España de los años veinte, provincianos y «telón de fondo sobre el que luego destacaría la arquitectura de vanguardia de los grupos progresistas más próximos al nuevo régimen», (Bohigas, 1998: 59) la expresión cabe dentro de la tesitura ideológica de una generación de arquitectos de la postguerra.
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